A finales de septiembre celebramos el Día Mundial del Corazón, una fecha clave para recordar la importancia de la prevención y el cuidado de la salud cardiovascular.
Este año, la clave ha estado en concienciar a la población para que incorpore el ejercicio físico a su vida diaria como herramienta fundamental para proteger el corazón.
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¿Por qué el ejercicio físico protege tu corazón?
Según la Fundación Española del Corazón, «la inactividad física es responsable del 5% de las enfermedades cardiovasculares en nuestro país».
Esta cifra que pone de manifiesto la necesidad de fomentar hábitos activos en la población. Además, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en España, con más de 150 fallecimientos diarios.
El doctor José Ángel Cabrera, jefe del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario Quirónsalud Madrid y de Olympia Centro Médico Pozuelo, asegura que «el ejercicio físico mejora la circulación, controla la presión arterial y fortalece el músculo cardíaco…
… Además, ayuda a mantener un peso saludable y reduce el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares a largo plazo».

Ejercicio aeróbico combinado con entrenamiento de fuerza
El doctor resalta que «lo más recomendable es combinar ejercicio aeróbico, como caminar, correr o nadar, con entrenamiento de fuerza.
Juntos mejoran la resistencia del corazón, la presión arterial, la masa muscular y el metabolismo». Sobre la frecuencia, insiste: «Se aconseja realizar al menos 150 minutos de actividad moderada o 75 minutos de actividad intensa por semana, repartidos en 4-5 días, en sesiones de 30 minutos».
Adoptar una rutina regular de ejercicio provoca cambios positivos en el corazón: «Con la práctica regular, el corazón late de forma más eficiente, disminuye la frecuencia en reposo y aumenta la capacidad de bombeo. También mejora la oxigenación de los tejidos», explica el Dr. Cabrera.

Auténtica medicina preventiva
El especialista recuerda que «el ejercicio reduce el riesgo de hipertensión, infarto e insuficiencia cardíaca. Al mejorar la presión arterial, el colesterol y la función vascular, actúa como una auténtica medicina preventiva».
Por el contrario, advierte de que «el sedentarismo favorece la obesidad, eleva la presión arterial, el colesterol y la glucosa, aumentando el riesgo de infartos e insuficiencia cardíaca. También debilita el músculo cardíaco».
Importancia del ejercicio tras un problema cardíaco
El doctor también pone el foco en la recuperación de personas que ya han sufrido un problema cardíaco: «El ejercicio adaptado mejora la capacidad funcional y la recuperación tras un evento cardíaco. Además, eleva la calidad de vida, la autoestima y disminuye el riesgo de recaídas».
Para personas mayores o con enfermedades crónicas, recomienda «empezar poco a poco y con supervisión médica. Actividades como caminar, bicicleta estática o natación suave son seguras y muy beneficiosas».
Disminución del riesgo cardiovascular
El ejercicio también influye en otros factores de riesgo: «Reduce el colesterol ‘malo’, aumenta el ‘bueno’, regula la glucosa y ayuda a controlar el peso. Estos efectos combinados disminuyen significativamente el riesgo cardiovascular».
Por último, el Dr. Cabrera anima a quienes dicen no tener tiempo: «Se pueden incorporar pequeños gestos diarios: subir escaleras, caminar al trabajo, bajarse una parada antes del transporte o dedicar 15 minutos a ejercicios en casa. La clave es la constancia».










