¿Por qué debes conocer el Manifiesto de la Movilidad Activa? Reproducimos a continuación su Introducción y Contexto y el acceso a este interesante documento.
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¿Por qué debes conocer el Manifiesto de la Movilidad Activa?
Introducción y contexto
«Desde la Revolución Industrial, el acceso a materias primas, fuentes de energía no renovables y maquinaria -como, por ejemplo, el coche- ha sido cada vez mayor, permitiendo que los municipios se hayan desarrollado en torno al uso de las mismas, en gran medida porque se han considerado, erróneamente, bienes infinitos.
La era del petróleo abundante y barato ha permitido a nuestra sociedad protagonizar una extraordinaria expansión urbana y metropolitana en las últimas décadas.
Todo ello apoyado en una ordenación del territorio y planificación urbana que genera lejanía y facilita los desplazamientos en vehículos a motor, potenciada por un sistema de transportes diseñado para recorrer grandes distancias a velocidades elevadas y que tiene en el coche su bastión fundamental, tanto por la capacidad de recorrer mayores distancias en menor tiempo como por la facilidad en los recorridos.
Nuestras ciudades se llenaron rápidamente de grandes avenidas y calles con varios carriles, al tiempo que se atascaban de coches.
Entre la circulación y el aparcamiento, a ellos hemos consagrado el 80% del espacio público, con las consiguientes disfunciones y graves impactos en el ámbito social (deterioro de la salud física y mental, accidentes, muertes prematuras, etc.), ambiental (contaminación atmosférica y acústica, calentamiento, impermeabilización del suelo, etc.) y económico (coste de infraestructuras, energía, etc.).
Ciertamente, los actuales niveles de movilidad motorizada se han convertido en una grave amenaza para la salud pública.
Los límites biofísicos del planeta
Esta era ha acabado. Superado el pico de producción (en realidad, extracción) del petróleo, la crisis energética y de materiales actualmente en curso apunta a un horizonte en el que no nos podremos mover en coche con la frecuencia y despreocupación a las que nos habíamos acostumbrado. Sencillamente, no vamos a tener energía para ello.
Fósil desde luego que no, pero es que aquella otra que pueda ser transformada -la energía ni se crea ni se destruye, tan sólo se transforma, reza el Primer Principio de la Termodinámica- a partir de fuentes renovables tampoco nos va a alcanzar para mantener la movilidad motorizada en sus niveles actuales, …
… pues tales niveles fueron posibles gracias a una energía fósil abundante y barata que ya no tendremos, amén de que una parte significativa de esa energía renovable la deberemos haber encauzado hacia el mantenimiento de la actividad industrial y las condiciones de habitabilidad y confort de nuestras viviendas, por ejemplo.
Hagámoslo por las buenas
Con otras palabras, hemos dejado que la movilidad actual sea tan dependiente de fuentes no renovables de energía que es materialmente imposible que las nuevas fuentes renovables puedan abastecer semejante demanda de movilidad motorizada.
Ello choca con los límites biofísicos del planeta. En definitiva, el sector transportes va necesariamente a contraerse, por las buenas o por las malas. Hagámoslo por las buenas, de forma previsora, minimizando los impactos y asegurando la equidad social.
Cambio demográfico, social y cultural
Pero no se trata solo de una transformación energética, pues nos encontramos también ante un enorme cambio demográfico, social y cultural.
- La población está cada vez más envejecida y evita (o directamente no puede) usar el coche;
- las familias se movilizan para que los niños y niñas recuperen la calle y, por tanto, su autonomía;
- el espacio público empieza a ser entendido de nuevo como la extensión de nuestros hogares, muchas veces exiguos y,
- frente al sueño americano de la casa con jardín, vuelve a cobrar fuerza el ideal mediterráneo de vivir en lugares animados, donde los servicios y la gente están cerca.
Y, sobre todo, empezamos a ser conscientes de la importancia que la actividad física cotidiana tiene para la salud, tanto la nuestra como la del planeta. La movilidad activa permite un envejecimiento más saludable de la población, al facilitarse un estilo de vida más activo, con mayor interacción y encuentro social.
Por ello, resulta urgente planificar qué vamos a hacer con nuestros municipios, pues ya no van a ser como antes. Debemos apostar por un urbanismo compacto, que mezcle usos y funciones, recuperando la escala de barrio para no tener que ir demasiado lejos para satisfacer nuestras necesidades cotidianas (ir al trabajo, al lugar de estudios, a hacer la compra, etc.).
A pie y en bicicleta
La ciudad de las distancias cortas permite poner a las personas en el centro, otorgando protagonismo a los desplazamientos a pie y en bicicleta. Implica rediseñar el espacio público y dotarnos de una nueva jerarquía viaria en la que el coche ha perdido lógicamente su hegemonía actual.
Asimismo, maximizar las posibilidades de la movilidad activa o no motorizada (a pie y en bicicleta) implicar crear más y mejores zonas de estancia: los bancos son infraestructuras esenciales para la movilidad a pie de las personas que se mueven con dificultad, así como lugares centrales para el encuentro y la socialización. Implica, también, meter más verde en la ciudad, pues deberemos dotarnos de aceras sombreadas, plazas, corredores verdes, etc.
Municipios más habitables, saludables y resilientes
La restricción a los coches particulares -seguirá habiendo coches, pero menos que ahora y bastantes serán de uso compartido- no tenemos que verla como una privación dolorosa. Al contrario, va a ser una de las grandes palancas para avanzar hacia municipios más habitables, saludables y resilientes en el contexto de cambio climático en el que estamos inmersos.
Disfrutaremos de menos atascos y accidentes, mejor espacio público, un aire más limpio y una revitalización del comercio local y de la vida en los barrios. Junto con el verde urbano, la “producción” (léase transformación) de energía renovable o la economía circular, la movilidad activa debe formar parte de una estrategia territorial de adaptación al cambio climático.
Y de esta estrategia urbana y territorial frente al cambio climático debe surgir un nuevo modelo de ciudad. Además, el impulso del uso de la bicicleta, el caminar y la movilidad activa es también una cuestión muy importante de salud pública.
Una cuestión de salud física y mental
Según informes del Ministerio de Sanidad, el sedentarismo es el cuarto factor de riesgo de mortalidad en el mundo. En España, el 17,4% de la población adulta sufre obesidad, mientras un 44% de los hombres y un 30% de las mujeres padecen sobrepeso. Entre los niños, la obesidad también crece afectando a un 10,3% de los menores de 17 años.
Según un estudio publicado por el British Medical Journal, quienes van al trabajo en bicicleta tienen un riesgo un 52% inferior de morir a causa de una enfermedad cardíaca y un 40% inferior de morir de cáncer.
Por supuesto, también es una cuestión de salud mental: el modelo de ciudad de distancias cortas, con protagonismo de la movilidad activa, permite una mayor interacción y encuentro social, multiplica las conexiones, permite detenerse, cambiar de rumbo, reinterpretar el patrimonio o redescubrir el paisaje y el paisanaje urbano, circunstancias que no permite la rigidez de la movilidad motorizada.
Es importante abordar el cambio cultural. Los datos que se conocen en cuanto a hábitos de desplazamientos cotidianos nos dicen que el 60% de los desplazamientos urbanos son de menos de 5 km, una distancia perfectamente abarcable en bicicleta. Más bicicletas en las calles significa más calmado del tráfico, mayor habitabilidad del espacio urbano, más salud, seguridad, bienestar y, en definitiva, sostenibilidad.
Además, las bicicletas tienen la virtud de ampliar el radio de servicio de las estaciones de transporte público, haciendo que este sea accesible a mayores capas de población. También conocemos otro dato que nos habla del arraigo del coche en nuestra sociedad: un 25% de los desplazamientos urbanos son de menos de 1 km y la mitad de ellos se cubren con vehículos motorizados.
Bicicletas eléctricas
Debemos pensar e impulsar estrategias que acaben con esta forma irracional de usar los vehículos motorizados y nos ayuden a considerar como asumibles y deseables desplazamientos activos cotidianos de media hora de duración.
Por otra parte, también son urgentes estrategias y acciones para el fomento de la bicicleta eléctrica para los trayectos de mayor distancia o desnivel, estando demostrada su eficacia en desplazamientos cotidianos de 10 km, e incluso más.
Los sistemas públicos de alquiler de bicicletas han demostrado ser útiles para iniciarse en el mundo de las dos ruedas y probar la conveniencia de la bicicleta en los desplazamientos recurrentes al centro de estudio o trabajo. A menudo, estos nuevos usuarios acaban comprando una bicicleta para su uso particular y terminan consolidando el hábito de desplazarse en bicicleta.
Huella de carbono
La huella de carbono de los viajes diarios es hasta un 84% menor para las personas que caminan o se desplazan en bicicleta que para las personas que utilizan otros modos de transporte. Por cada kilómetro recorrido en bicicleta en lugar de en coche se ahorran 150 gramos de CO2.
La buena noticia es que, en España, más de 11 millones de personas utilizan la bicicleta semanalmente y 6 millones la utiliza alguna vez para sus desplazamientos por razones de estudio o trabajo, según datos del último Barómetro de la Bicicleta.
No obstante, queda muchísimo por hacer, pues el 25% de las emisiones de CO2 en coche vienen de trayectos de menos de 5 km y el sector transporte en su conjunto es responsable de más del 30% de las emisiones de CO2 en la Unión Europea. En España, según el reciente Avance de Emisiones de Gases de Efecto Invernadero del MITECO, correspondiente al año 2021, el transporte por carretera por sí solo representa el 27,6% del total del inventario.
Promoción de la movilidad activa
En España, afortunadamente, tenemos un contexto normativo favorable a la promoción de la movilidad activa: la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030, la Agenda Urbana Española y el desarrollo de la Ley de Movilidad Sostenible y Financiación del Transporte, constituyen el pilar fundamental con el que afrontar los retos de movilidad de esta década.
En junio de 2021 se aprobó la Estrategia estatal por la bicicleta, que supone una de las actuaciones fundamentales dentro de la Estrategia de Movilidad Segura, Sostenible y Conectada 2030, incluyéndose dentro del eje de actuación 1 “Movilidad para todos”.
La movilidad peatonal, por su parte, es muy importante. Para empezar, porque de la proporción de desplazamientos en la ciudad de menos de 5 km que se hacen en coche, muchos de ellos podrían hacerse a pie, particularmente los que cubren distancias de menos de 2-3 kilómetros. Para seguir, porque es el modo de desplazamiento más directo, fácil, asequible y universal.
Caminar no contamina
Y, para finalizar, por las múltiples externalidades positivas que conlleva: caminar no sólo es desplazarse, también es una forma de hacer ciudad, ya que cuando caminamos o estamos en el espacio público estamos contribuyendo a su vitalidad (a nadie le gusta caminar por calles desoladas), vigilancia, cuidado y al refuerzo de la vida en colectividad.
Caminar no contamina, no gasta, no excluye y no genera violencia vial. Para potenciar este modo de moverse y de habitar es necesaria una reducción drástica del tráfico motorizado, que hace del espacio público un lugar inhóspito para caminar y estar, así como una recuperación del espacio público a favor de las personas, apostando por un diseño que invite a caminar y a estar con tranquilidad y en condiciones saludables, seguras y confortables.
En aquellos contextos donde la densidad lo permita, el transporte público colectivo es un aliado indispensable de la movilidad activa para reducir trayectos en coche. En zonas poco pobladas, el transporte público a demanda se está revelando como una opción indispensable.
En cualquier caso, debe tenerse claro que, como demuestra la práctica, la promoción del transporte público sirve de poco si no se acompaña de restricciones al automóvil privado.
Un nuevo modelo de movilidad urbana
En definitiva, el potencial de la movilidad activa es extraordinario en nuestro país, sobre todo en el contexto de recuperación del ancestral modelo de ciudad compacta, mediterránea, multifuncional, policéntrica, de distancias cortas.
En el marco de un sistema de transportes multimodal, que se adapta a las distintas necesidades de los usuarios, la movilidad activa juega un papel tremendamente importante en buena parte de nuestros desplazamientos cotidianos, ya sea por sí sola o en intermodalidad con otros modos.
No caben más prórrogas. Urge acelerar el ritmo de transformación del sector transportes en general y de los modelos de movilidad urbana en particular. Se trata de una responsabilidad ineludible en el actual contexto de crisis energética, ambiental, climática y económica.
Hagamos de la necesidad virtud y pongámonos manos a la obra inmediatamente, pues ese horizonte de escasez energética y de materiales, crisis climática, reconfiguración urbana y territorial y cambio demográfico y cultural ya lo tenemos aquí y no podemos evitarlo.»
Nota de redacción: El título, los subtítulos y las imágenes han sido añadidas por conBdebike.com.